viernes, 23 de noviembre de 2007

CARTA DE UN TAL FELIX MARTINEZ EN EL MUNDO... ¡DELEZNABLE!



A continuación publico una carta que publico el mundo ayer de un tal Félix Martinez, vergonzosa, repugnante y deleznable porque a parte de mentir sobre la figura, a mi juicio impecable, de Blas Piñar y ensalzar al asesino de Paracuellos, Santiago Carrillo, engrandece y ensalza a los perdedores y tilda de criminales de forma dura a los que ganaron la guerra, a los héroes de España.

Se mete abiertamente con lo que representa el Glorioso Valle de los Caídos, mezcla de forma vil como se suele hacer últimamente a la derecha con el nazismo, el "todo vale", equiparando el Águila de san Juan con la esvastica de Hitler... pero... ¿Saben algo estos señores de historia? ¿porque mezclan? ¿porque intentan criminalizar a los partidos que defienden la unidad de España? porque todos los que llevamos banderas españolas somos fascistas, o Skins?



La de ayer fue una de esas jornadas vergonzantes que figuran en el calendario español, la que eligen los nostálgicos del franquismo para rememorar los 40 años del régimen criminal que, con toda seguridad, les benefició a ellos o a sus familias a costa de la tortura, la explotación y la ignorancia en la que se vio sumido el resto del país. Consulto las fotos del día para escribir esta crónica y me sorprendo con la imagen de un Blas Piñar con apariencia de buena salud, asesino golpista, promotor del terrorismo negro, repugnante reptil al servicio del odio, el mismo día que enterraban a Gregorio López Raimundo, héroe resistente, digno hasta el final de sus días, emblema del respeto por uno mismo y prueba de que los malvados tienen una sorprendente e inmerecida capacidad de sobrevivir a los justos.
Piñar, organizador de muchos de los atentados cometidos por el infame Batallón Vasco Español, responsable de los asesinatos de los abogados de Atocha, está no sólo vivo, sino sorprendentemente en libertad. Malhadados cánceres sufridos por los bondadosos, malditas las enfermedades que se ceban en los jóvenes y en los justos y permiten la longevidad pegajosa y repulsiva de malvados asesinos que merecen una muerte larga y dolorosa, como esa hidra que ayer llamaba a la unidad de los fascistas. Piñar protegió y fue socio de los neofascistas italianos a las órdenes del terrorista internacional Stefano DellaChiaie, autor de muchos de los asesinatos concebidos por la rata hija de cien padres que fundó en mala hora Fuerza Nueva.
La voz de ramera sonaba sorprendentemente joven para hablar de memoria, tan joven como aquellas 13 rosas asesinadas al finalizar la Guerra Civil, pero concubina del Anticristo, educada en el odio, en la adoración del indigno fascismo, en la iniquidad de la adoración del criminal hasta asesinar en su nombre: «Si quieren recordar, recordaremos, y le recordaremos al presidente del Gobierno que si él tuvo abuelo, nosotros también los tuvimos, y los nuestros, además, vencieron». Es desgraciadamente cierto, vencieron, pero como les recordara Unamuno no convencieron más que a los que compartían con ellos la condición de criminales y de asesinos, los psicópatas que disfrutaban componiendo los comandos que, de noche, subían a sus automóviles cargados de armas para secuestrar a cualquiera cuya existencia les ofendiera para hacerlos formar en las tapias de los cementerios y disparar para arrebatarles lo único que les había quedado, una penosa vida bajo el yugo del criminal Franco. En días como ayer, emerge como un titán la figura de un Jordi Pujol que la semana pasada presentaba el primer volumen de sus memorias, que recoge los años que van desde su nacimiento, en 1930, hasta su primera victoria en unas elecciones autonómicas el 20 de marzo de 1980.
La condición de luchador antifranquista de Pujol le reivindica por encima de los pecados que pudiera cometer durante sus 23 años y medio de gobierno democrático en Cataluña. Las torturas sufridas por oponerse al genocida régimen franquista y su sincera admisión de hasta qué punto sucumbió al dolor hacen aún más grande la figura de Jordi Pujol, por muchos errores que cometiera como presidente de la Generalitat.
En contra de lo que decía la ridícula voz femenina elegida por los nostálgicos de la maldad, la Ley de Memoria Histórica no sólo no es revanchista, sino que es lamentablemente timorata.De entrada, mantiene vigentes las amnistías generales dictadas por el monarca Juan Carlos I en 1977, que, en contra de lo que pretendían hacer pensar a la ciudadanía, no pretendían eximir de responsabilidades penales a aquellos que fueron condenados por el franquismo por delitos relacionados con las actividades políticas, sino que, en realidad, eran de hecho leyes de punto final y obediencia debida para que los franquistas más crueles no tuvieran que comparecer ante los tribunales para responder de sus crímenes. Los que protegieron a criminales internacionales como DellaChiaie, o a los innumerables nazis que encontraron la protección y admiración del franquismo, como el mismo Manuel Fraga, protector del criminal argentino y pistolero de la Triple A Rodolfo Eduardo Almirón Sena, acusado en su país de crímenes de lesa Humanidad, pueden seguir tranquilos gracias a aquellas infames amnistías.
Quieran o no, es la última vez que celebran sus crímenes en ese símbolo de la vergüenza española por haber albergado la última dictadura fascista de Europa que es el Valle de los Caídos, levantado con la sangre de los vencidos. Aún dan miedo, que es, de hecho, su pretensión. Pero ya no es el tipo de miedo que anima al exilio o a esconderse. Es el miedo que mueve a defenderse de la agresión.Los que hemos enterrado a los vencidos, los que hemos velado cadáveres perdedores no dejaremos que vuelvan a vencer. Responderemos, primero con «la fuerza de la razón» ante la «razón de la fuerza», luego con la Ley que a ellos jamás asistió, y, si no basta, con todo. Sobrevivieron gracias al pueril temor de los norteamericanos al comunismo soviético. Pero eso se acabó. Aún son capaces de matar. Pero no deberían poner a prueba la paciencia de los que acumulamos más de 70 años de ansias de justicia.
Sus amenazas -«si quieren memoria, la tendrán»- se pueden volver contra ellos. Somos muchos los que llevamos años recordando, buscando huesos familiares en las infames fosas comunes en las que ellos y los suyos los enterraron. Durante los 40 años de plomo que vivió España, el principal cómplice de los criminales fue el silencio impuesto por el régimen. Pues ya nadie callará.Si esos pestilentes residuos de la maldad gritan, nosotros, los vencidos, podemos ensordecer sus gritos con el ensordecedor golpe del martillo de la justicia.
Conocí a un camarero de lujo que sirvió en los años 60 la mesa del gobernador civil de Barcelona. Un día, cortando jamón en su presencia, no pudo evitar escuchar su conversación. Lamentaba que la educación empezara a extenderse a toda la población. Era un riesgo, decía, porque, en la medida que «ellos» tuvieran más conocimientos, sería mucho más difícil gobernarlos como lo estaban haciendo. Aquel camarero, explotado desde los ocho años por la gracia del régimen criminal, se sintió tentado, por primera vez, de usar el cuchillo jamonero como arma y de degollar al gobernador y a sus invitados. No lo hizo porque era un buen hombre. Pero a los hombres buenos los estamos enterrando y entre su prole, la siguiente generación, hay un número suficiente de hijos de puta que sí habría dado al cuchillo el uso que debió tener.
Como siempre, hubo palabras para Santiago Carrillo, al que acusaron de asesino por los hechos de Paracuellos. Quizá ha llegado el momento de reivindicar a Carrillo. Toda España debió ser Paracuellos."

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